jeudi 23 février 2012

We Are Survivors

Creo que fue amy McDonald la que escribió la canción “This Is The Life” en un autobús, volviendo de un concierto de Pete Doherty. Yo no he escrito ninguna canción volviendo del concierto de Justice. Primero porque hubiera sido una falta de respeto a los cuatro alemanes y dos franceses que me acompañaron de vuelta; segundo porque… me temblaría demasiado el pulso como para escribir cualquier verso.
Resulta gracioso que durante el día, para rellenar mi formulario de impuestos, el funcionario me preguntara “eres católico?”; le contesté negativamente ya que de esta manera, me ahorro unos euros en impuestos. Unas horas más tarde, estaría idolatrando el crucifijo iluminado situado entre 18 amplificadores. 





En dos semanas, no he podido encontrar nadie que me acompañara al concierto. Se ve que en Alemania, Justice no tiene el mismo tirón que en otros países. En el metro veo las primeras chupas de cuero, las camisetas con el crucifijo y una interesante mezcla de hipsters, rockers, y algún que otro berliner. La sala es compacta y el aforro bastante limitado, con lo que en nada me hallo enlatado entre tiparracos germanos y británicos. Cada X minuto, la sala entera entona el “We Are Your Friends, You’ll never be alone again”. Y entra DJ Pone, líder de Birdy Nam Nam. Primera sorpresa, no me esperaba un telonero de semejante calibre. Encadena temazo tras temazo con ese estilo tan “sophistiqué” que tienen los gabachos para mezclar. El público no se da cuenta de que esto es solo el aperitivo, lo da todo. A los 50 minutos, el telonero se va; respiramos un rato. A esta hora, los empujones y pisotones todavía reciben miradas asesinas. A esta hora, porque en un rato serán parte del show.

Y el show empieza cuando se levanta el telón y vemos la enorme mesa de mezclas con el, más enorme todavía, crucifijo iluminado símbolo de Justice. Entran los dos franceses, arrancan con Genesis y empieza la locura general. Las personas que había empezado a conocer hace un rato han desaparecido de mi vista. Estoy en la parte derecha del escenario, luego en la izquierda, delante, detrás. Los temas de sus dos discos se mezclan en armonía perfecta (bandas como Kings of Leon podrían tomar buena nota). Los pogos empiezan. Visto el tamaño de los mozos ahí metidos, decido no meterme demasiado; no vaya a ser que la noche acabe en el hospital. Pero llega la canción Stress. Su sonido tan peculiar empieza de muy lejos, lo que hace subir la excitación poco a poco. La tierra empieza a temblar, los focos toman un tono rojizo, anunciando una explosión cercana. El sonido estridente y paranoico va creciendo. Decido guardar mi cámara, entramos en territorio peligroso. Me pongo mi capucha (en honor al MOI) y allá voy: a la zona roja, la “death strip” del muro de Berlin está hoy en la Columbia Halle. Y explota la canción, la histeria se apodera de todos y cada uno de nosotros. Quién necesita alcohol u otras substancias cuando los amplificadores te meten por los oídos lo que nunca te meterás por las venas. A una chica se le ha caído el iPhone al suelo: “pues mira hija, le darás una alegría a Steve Jobs comprándote otro porque aquí, no encontrarás ni tu tarjeta SIM”.

Vuelven para un encore y concluyen con Phantom II y We Are Your Friends. La traca final que Rita Barberá nunca tendrá para Fallas. Mis tímpanos sienten como miles de cuerdas vocales se desgarran con el “oh come oooon!!!”. Y se hace la luz. A mi alrededor, caras alucinadas, frentes chorreando y alguna que otra gota de sangre. Pero sobre todo sonrisas. El público parece estar feliz de haber sobrevivido a esto. La sala se vacía a buen ritmo y el metro se llena aún más rápido. Ahí comento con unos y otros lo qué nos pareció el concierto. 


Para mí, fue el concierto número 114; Justice entra de cabeza al top5, necesitaré unos días para decidir en qué posición concreta. Llego a casa y todavía me pitan los oídos, mi ropa huele a sudor ajeno –maniáticos, abstenerse-. Me encuentro a mis compañeros de piso, no conocen a Justice. Me preguntan qué tal el concierto y solo les comento “bien bien, normal”. No me salen las palabras por la boca, me salen por las manos. Por eso escribo esto. ¿Y si como Amy McDonald estoy escribiendo una canción volviendo de un concierto? Quien sabe. Uno de los versos podría ser el siguiente: “hijo, cuando muera quiero un crucifijo sobre mi tumba, porque he sobrevivido a un concierto de Justice”. Amen.


Aucun commentaire:

Enregistrer un commentaire