dimanche 29 août 2010

Día 8 : Cádavo - Lugo [35km]

Si ayer estaba dispuesto a nadar hasta NY, hoy apenas consigo cepillarme los dientes. El inicio de etapa es horrible. Ayer cometí un grave error: cenar demasiado e irme a dormir enseguida. Esta mañana mi estomago parece salido del Dragon Khan.

El recorrido empieza con una cuesta, no demasiado fuerte pero a esta hora y sin calentar, es una penitencia. Adelanto a gente, pero no con la facilidad de otros días. Los senderos llanos me distraen y me hacen perder el ritmo. Una vez adelantados los húngaros, sé que voy segundo –este camino me recuerda mucho Pekín Express-. Hoy, hasta la música no me ayuda.

Así me siento yo hoy

Los últimos kilómetros se hacen muy largos: asfalto y zona urbana. Por fin llego a Lugo, tercero. Uno de los Superman está delante de mí, pero en ningún momento me ha adelantado. Aquí huele a autostop. Bueno, en Pekín Express lo permiten. El albergue es uno de los peores hasta la fecha. La limpieza es del siglo pasado, las duchas me recuerdan las de mi antiguo club de fútbol y no hay comedor. Quiero precisar que no es una queja, es una constatación. He visto pelegrinos quejarse ante el hospitalero. Deberían de agradecerlo. El y Lugo, por poner a nuestra disposición un techo en pleno centro. Hasta ahora no he visto a la Igartiburu anunciar que esto es un Sol Meliá. Los que se quejan –que luego son los que dejan sus restos de pan Bimbo esparcido por toda la cocina- me provocan nauseas. Cuánta bilis hay hoy en este resumen!

Salgo para ir a comer. Aprovecho para hacer algo de turismo. Los nuevos caminantes me preguntan que cómo puedo sacar fuerzas para pasear por la ciudad después de ocho días de recorrido. En realidad, cuanto más los días pasan, más nuestro cuerpo entra en una dinámica en la cual caminar, se convierte en un acto mecánico inconsciente; como respirar. Las agujetas ya solo son un oscuro recuerdo de los inicios. El casco viejo de Lugo es sorprendente. Dentro de la muralla romana, se encuentra una ciudad de piedra con un incalculable número de calles estrechas. Cada una con su encanto. La nota negativa la pone el restaurante al que voy. Un timo atrapaturistas. Vale que no sea un gourmet, pero aún tengo las papillas gustativas activas como para saber cuando la comida es mala. Y esta, era muy mala. En Lugo, evitar el restaurante “El Museo”; ya queda grabado de por vida. No tengo ninguna gana de quejarme. Además, el vino me tiene medio dormido.

Tras una pequeña siesta, charlo aquí y allí con los demás pelegrinos. La conversación más larga e interesante es con Patricia –mi compañera en la etapa de ayer-. Conversamos sobre antropología y periodismo. Un rato después, se une a nosotros un chico de 17 años. Este se presenta como “anarco-comunista”, casi nada. Me suelen parecer monos los adolescentes utopistas y soñadores –valga la redundancia-. Pero lo mejor, es desmontar sus teorías extremistas con un par de argumentos racionales. Como cuando estás a punto de acabar un castillo de naipes y tu padre, sin prestar atención al brillo en tus ojos y con un gesto frío, te lo destroza todo porque debajo se encuentra el periódico. Copón, ya veo que no lo tengo superado. Marca, te odio por ello.

Read more...

Jour 8 : Cádavo - Lugo [35km]

Si hier j’étais près à nager jusqu’à NY, aujourd’hui je suis à peine capable de me brosser les dents. Le début de l’étape est horrible. Je n’aurais pas du avaler tant de soupe hier soir juste avant d’aller dormir. Ce matin, mon estomac semble tout droit sorti d’un concert de Slipknot.

Le parcours commence avec une montée, pas trop prononcée mais qui, à cette heure ci et à froid, fait très mal. Le moral rame aussi comme tartine et boterham. Je dépasse du monde, mais pas avec la même vivacité que les journées antérieurs. Le plat me distrait et me fait perdre ma cadence. Une fois que je passe les hongrois, je sais que je suis deuxième. Parfois, ce Chemin me fait énormément penser à Pékin Express. Aujourd’hui, même la musique ne fait pas l’effet d’autres jours.

Les derniers kilomètres se font très longs : asphalte et milieu urbain. J’arrive enfin dans la ville de Lugo, troisième. Un des Superman est devant moi alors qu’il ne m’a jamais dépassé. Ça sent l’autostop. Dans Pékin Express c’est permis. L’auberge est une des pires qu’on ait eu. La propreté est du siècle passé, les douches me font penser au moment de ma vie où je jouais en club de football et pas de salle à manger. Je tiens à préciser que ceci n’est pas une plainte mais une pensée. J’ai vu des pèlerins se plaindre auprès des Hospitaleros. Ils devraient plutôt les remercier. Et remercier aussi la ville de Lugo pour nous fournir un toit en plein centre.

Je sors pour aller manger un bout. J’en profite pour faire un peu de tourisme. Les nouveaux marcheurs me demandent comment je peux encore avoir la force de me balader en ville après huit jours de marche. En réalité, plus les jours passent, plus notre corps entre dans une dynamique où marcher devient un acte mécanique inconscient, comme la respiration. La vieille ville de Lugo est surprenante. À l’intérieur de sa muraille romaine (patrimoine de l’UNESCO), se trouve une ville de pierre avec un incalculable nombre de petites rues. Toutes plus charmantes les unes que les autres. Seul point négatif, la façon dont je me fais arnaquer dans un restaurant. Je ne suis pas un fin gourmet, mais pas je possède encore des papilles gustatives pour pouvoir affirmer que la nourriture est mauvaise. Si un jour vous allez à Lugo, évitez à tout pris le restaurant « El Museo ». Je n’ai vraiment pas envie de réclamer ; de plus, le vin que je viens de boire me ralenti encore plus. Le vin m’endort.

La Grande Muraille de Lugo

Après une petite sieste, je discute à gauche et à droite avec les autres marcheurs. La conversation la plus longue et intéressante est avec Patricia –mon binôme d’hier-. Nous discutons d’anthropologie et de journalisme. Peu de temps après, un jeune garçon se joint à nous. Il a 17 et se proclame « anarko-communiste », tout un programme. Patricia et moi trouvons mignons les adolescents utopistes. Et moi je trouve amusant de démonter toutes leurs théories extrémistes avec deux ou trois arguments rationnels.

Les autres conversations autour de nous gravitent toujours autour du même sujet : comment organiser la fin du Chemin. Mon idée est d’arriver d’ici trois ou quatre jours au matin. Car une fois à Santiago, il y a pas mal de paperasse à remplir. Tout le monde est nerveux car apparemment, toutes les auberges et hôtels sont pleins d’ici à Santiago. Moi, je n’arrive pas à m’en préoccuper. Je repousse. Je laisse ce stress à mon futur moi. On verra bien. Une idée commence tout de même à émerger : est-ce vraiment une folie que de marcher jour et nuit ?

Read more...

samedi 28 août 2010

Día 7 : Padrón - Cádavo [28km]

No sé si fue el hecho de esperar ver a Heidi Klum al final de esta etapa, pero Daddy’s back!. Por la mañana estoy supermotivado. Doy vueltas por el albergue como un león enjaulado, en cuanto abran, saldré disparado. Y así es. Salgo rápido para evitar compañías inoportunas. Me adentro en la noche.

En la oscuridad, solo veo las linternas de los demás pelegrinos moverse a lo lejos. Qué angustioso panorama. El miedo combate mi moral pero este es invencible por ahora. Adelanto a los caminantes hasta llegar a un grupo donde se encuentra Patricia, una barcelonesa con quien llevo coincidiendo un par de días. Se agarra a mi ritmo y sigue caminando conmigo. Al principio estoy un poco decepcionado; no podré emular a Nadal cuando se automotiva –y sé cuán importante es para mí-. Finalmente, todo lo contrario. Estoy contento de esta compañía. Caminamos juntos más de tres horas; y es que el tiempo pasa rápido cuando las conversaciones son interesantes.

A medio camino, decide pararse para comer. También me gustaría, pero sé que una parada ahora enfriaría mis piernas, y eso podría ser letal para el resto de la etapa. En la aldea donde se para, están la mayoría de los pelegrinos desayunando también. Entre ellos, los Superman. Obviamente, recibo un dardo como el de ayer por parte de uno de ellos. Igual que ayer, eso se convierte en nitroglicerina para mi energía.

Retiro mi jersey, trago un cruasán de chichinabo, me pongo los auriculares y ahí voy. 2Many Dj’s me empuja en la subida más delicada del día. Entonces, adelanto el grupo de húngaros. Siempre es un gusto dar con ellos. Tienen una sonrisa clavada que compensa perfectamente sus problemas con el castellano e inglés. Uno de ellos me pregunta si lo que estoy escuchando es hard-rock para poder escalar a esa velocidad. Le contesto que todo es cuestión de suerte, de cabeza y de DJ.

Durante unos kilómetros, la música es carbón para la locomotora que tengo en las piernas. Hasta el momento en que me hallo completamente perdido. Sin indicaciones, caminos similares y ni un solo vecino a quien preguntar. Sé que Cádavo está detrás de la colina que tengo delante. Vaya por donde vaya, no me desviaré mucho; pero no hay cosa más frustrante en este Camino que recorrer kilómetros en vano. Me fio de mi intuición. Mal. No era el camino más corto. Al final de un sendero por un pinar, por fin doy con una flecha amarilla. Le doy al play et recobro la sonrisa.
Casi me echo a rodar en la última pendiente hacia Cádavo, fin de etapa. Llego segundo detrás de Louise, la canadiense. Genial porque solo hay 22 camas. Esta etapa ha pasado muy rápido. No sé si por las tres horas de caminata acompañada o por el arte de mi mp3. En realidad, todo el mundo piensa igual. Estos 28km han parecido más cortos que otros. Mañana será más largo hasta Lugo -36km-. Pero si encaro la etapa con el ánimo de hoy, mejor haré en adquirir un bañador, ya que después de Santiago seguiré hacia Nueva York. David Meca? Quién es David Meca?

Hoy toca cenar por turnos

El albergue es muy agradable. El edificio es nuevo pero el inconveniente es que solo tenemos un tenedor y una cucharilla para 22 personas. Por suerte, tengo mi supernavaja. El césped exterior es una gozada para charlar tomando el sol. Con la caminata, estoy alcanzando un bronceado obrero muy poco glamuroso. Y ojo, que esta noche preparo sopa. Necesito vitaminas, si no el final del Camino va a serlo también para mi salud. Y en cuanto a salud social –no aplaudan la sutil transición que hoy ya voy muy sobrado-, empiezo a pensar que será duro no volver a ver toda esta pequeña familia una vez llegado a Santiago. Una vez más, la vida me enseña que las experiencias con fecha de caducidad, son las únicas destinadas a la inmortalidad de la memoria.

Read more...

Jour 7 : Padrón - Cádavo [28km]

Je ne sais pas si c’est le fait d’espérer voir Heidi Klum à la fin de cette étape, mais le fait est que Daddy’s back. Ce matin je suis surmotivé. Je tourne en rond dans l’auberge comme un lion en cage. Je me dépêche de quitter l’établissement pour éviter toute charge humaine. Je fonce dans la nuit.

Il fait nuit. Je ne vois que les lampes-torche des autres marcheurs au loin. La trouille combat mon moral, mais ce dernier est en ce moment invincible. Je commence à trouver la peur vachement excitante. Je dépasse les autres comme une fusée et rattrape un gros groupe de personnes. Patricia, une catalane avec qui je coïncide depuis quelques étapes s’accroche à mon rythme et continue à marcher avec moi. Au début, je suis déçu ; je ne pourrai à nouveau pas faire mon Nadal –pour les techniques de motivation-. Finalement, tout l’inverse. Nous marchons ensemble pendant trois heures et j’aime ça. Le temps passe vite quand les conversations sont intéressantes.

À mi chemin, elle décide de s’arrêter pour manger un bout. J’aimerais faire un arrêt aussi, mais je sais que si mes jambes refroidissent, l’étape se fera beaucoup plus longue. Elle s’arrête dans un village où se trouvent quasi tous les autres pèlerins. Parmi eux, les Superman. J’ai droit à ma petite remarque comme hier ; il ne m’en faut pas plus pour booster mon énergie.
Je retire mon pull, avale un croissant en marchant, enfonce mes écouteurs et c’est parti. 2Many Dj’s me poussent dans la montée la plus coriace de la journée. À ce moment, je dépasse le groupe de hongrois. Je les apprécie vraiment. Ils ont un sourire cloué au faciès qui comble parfaitement leur méconnaissance d’espagnol et d’anglais. C’est toujours un plaisir de tenter de converser avec eux dans le langage des signes. L’un d’entre eux me demande si j’écoute du hard rock pour pouvoir grimper à cette allure. Je lui réponds que tout n’est qu’une question de mental, de chance et de DJ.

Pendant quelques kilomètres, la musique est le charbon de ma locomotive. Jusqu’au moment où je suis complètement paumé. Pas d’indications, des chemins similaires et pas un riverain à qui demander. Je sais que village d’arriver est juste derrière la colline. Où que j’aille, je ne vais pas me perdre ; mais il n’y a rien de plus frustrant dans ce Chemin que de faire des mètres de trop. J’y vais au feeling. Je sens que j’ai mal choisi, que je fais un détour. C’est là que je me dis qu’un Smartphone finalement, ce n’est pas tout à fait inutile. Finalement, au bout d’un long chemin entre sapins je retombe sur une flèche. Je relance mon iPod et retrouve le sourire.

Je leur ai demandé mon chemin... pas très productif

Je dévale la dernière pente et me voilà à Cádavo, fin de l’étape. J’arrive deuxième juste derrière Louise, la canadienne. Parfait, il n’y que 22 lits dans cette auberge. Cette étape est vraiment passée très vite. Les trois heures de marche accompagnée ou le flair de mon mp3, je ne sais pas. En réalité tout le monde pense de la même façon. Ces 28km ont paru plus court que d’autres. Demain sera une journée plus longue jusqu’à Lugo -36km-. Mais si j’ai le même état d’esprit, je devrais acheter un maillot parce que je continuerai après Santiago vers New York.

L’auberge est vraiment agréable. L’établissement est neuf. Le seul problème est le manque d’ustensiles de cuisine. Une fourchette et une petite cuillère pour 22 personnes. Heureusement que j’ai mon super couteau. La pelouse à l’extérieur est parfaite pour discuter tout en faisant bronzette ; car avec la marche, je commence à avoir un bronzage camionneur pas des plus séduisant. Et ce soir, évènement, je me prépare une soupe. Je dois prendre des forces sinon, la fin du Camino va sentir le roussi. Au niveau social, je commence à me dire que ça va être dur d’arriver à Santiago et de ne plus revoir tous les membres de cette petite famille. Une fois de plus, la vie m’enseigne que les expériences avec date de péremption sont les seules destinées à l’immortalité de la mémoire.

Read more...

vendredi 27 août 2010

Día 6 : Castro - Padrón [21km]

Esta noche dormí bien, demasiado bien. Tan bien que eso ruinó mi sexta etapa. Porque hoy, fatal. Ha sido la etapa que temía; esa donde nada sale, donde todo parece complicado. Pese al corto recorrido -21km-, ha sido la peor desde el inicio del Camino. Probablemente sea la consecuencia de los dos últimos etapones pero también el hecho de llevar a alguien conmigo.

Porque sí, el Superman de ayer decidió acompañarme hoy también. No es mala persona, al contrario. Se le ve muy buen persona, generoso, amable. Lo que mi abuela calificaría de “noble”. Además tiene acento murciano “sabeh?”; y eso me recuerda Muchachada Nui. El problema no es él, soy yo. Para caminar, necesito estar solo para poder hablarme, cantar, gritar, tocar “airguitar”. Mis técnicas de motivación difícilmente admiten público. Intento dejarlo atrás pero aguanta el tirón pese a sus problemas de ligamento. Mañana será el día de la escapada. Hoy le estoy convenciendo de que reduzca su ritmo, si no, su pierna le dirá basta. En realidad, siendo egoísta le estoy haciendo un favor, ya que si me sigue a ese ritmo, se romperá y volverá a Murcia antes de tiempo.

Sobre la etapa de hoy, poca cosa que contar excepto el ascenso al puerto del Acebo –frontera entre Lugo y Asturias-. Recuerdo el monumental ruido de las eólicas en la opacidad de la espesa niebla. No se ve nada, pero sentimos que a un par de metros, un gigante está revolviendo sus brazos. Impresiona. Es como tener a Goliat delante suya y cerrar los ojos. Por lo demás, mucho asfalto destroza-pies y moral. Intento evadirme centrándome en la etapa de mañana. Me mentalizo para hacer un sprint de 30kilometros. En el Camino, cada vez hay más gente y las camas cada vez están más caras –en sudor, ya que el precio siempre son 5€-.

Es interesante ver como la afluencia de nuevos pelegrinos modifica los comportamientos. Un abismo separa los antiguos y los nuevos caminantes. Los primeros desarrollan un instinto competitivo que antes no tenían; los nuevos ven el Camino como una semanita de vacaciones con los colegas: botellón por la noche, jaleo hasta las tantas, quejas sobre el estado de los albergues, etc. La cohabitación es a veces complicada.

Hoy no he grabado, dibujado ni creado nada. El moral no estaba para ello. Esta mañana desayuné una galleta, para la comida, dos lonchas de pan y para cenar, encontré una lata de atún. Se me olvidaba precisar. A lo largo del Camino, se va perdiendo cualquier noción del tiempo y del espacio. Parece que no existe calendario y que todas las distancias se calculan en años luz. Y hoy, es domingo. Me he dado cuenta de ello al entrar en Padrón, donde todo estaba cerrado. En ese momento extrañé Barcelona y sus OpenCor, pakistanís y chinos. Pues a pasar hambre.

Secos!!!

Venga, acabemos con una nota positiva. Las tardes cada vez se hacen más cortas gracias a las largas conversaciones que tenemos entre los pelegrinos. Pero lo mejor, lo que me va a motivar para mañana, como tener a Heidi Klum esperándome en el próximo albergue: el sol ha pegado durante toda la tarde, con lo cual toda mi ropa está seca. Mañana no tendré que cargar con ropa húmeda y mis calzoncillos no estarán colgando de mi mochila. Si me cruzo con Heidi, será un punto a mi favor.

Read more...

Jour 6 : Castro - Padrón [21km]

Cette nuit j’ai bien dormi, trop bien dormi. Tellement bien dormir que j’ai ruiné ma sixième étape. Parce qu’aujourd’hui, ça ne le fait vraiment pas. C’est l’étape que je redoutais ; celle ou tout semble difficile. La pire depuis le début. Sans doute la conséquence des 70 derniers kilomètres mais aussi le fait de trimbaler une personne avec moi.

Car oui, Superman a décidé de me suivre aujourd’hui aussi. Il n’est pas méchant, que du contraire. Il est gentil, généreux et a vraiment l’air de quelqu’un de bon. « Brave » comme dirait ma grand-mère. En plus, son accent de l’ouest espagnol me fait sourire à chaque fois. Le problème ce n’est pas lui, c’est moi. Pour marcher, j’aime être seul, pouvoir me parler, chanter, crier, jouer de la air guitare. Mes techniques de motivations admettent difficilement un public. Je tente de foncer mais il tient le coup malgré son problème de ligament. Demain sera le jour. Aujourd’hui je passe la journée à le convaincre de se la faire tranquille demain, sinon sa jambe ne tiendra pas le coup. En réalité, en étant égoïste je lui fais une faveur, parce que s’il me suit comme ça demain, son ligament va craquer et puis c’est retour assuré vers Murcia.

Pour l’étape d’aujourd’hui, pas grand-chose à relever si ce n’est l’escalade de la montagne de Acebo. Ce que je retiens, c’est le bruit monumental des éoliennes dans le brouillard. On n’y voit rien, mais on sent qu’à quelques mètres de nous, un géant remue ses bras. C’est comme avoir Goliath devant sois et fermer ses yeux. Pour le reste, beaucoup d’asphalte donc mes pieds et mon moral souffrent. Je tente de faire abstraction de tous ces inconvénients en me focalisant sur l’étape de demain. Je me mentalise pour exécuter un sprint de 30 bornes. Sur le Chemin, il y a de plus en plus de monde et les places dans les auberges deviennent de plus en plus chères –en sueur, car le prix est toujours le même, 5€-.

Les éoliennes des ténèbres

C’est intéressant de voir comment l’affluence de nouveaux pèlerins modifie les comportements. Un gouffre s’est créé entre les anciens et les nouveaux. Les premiers ont développé une compétitivité qu’ils n’avaient pas avant ; les nouveaux voient le Chemin comme une semaine de vacances entre potes : beuveries le soir, boucan jusque tard dans la nuit, plaintes quant à l’état des auberges, etc. La cohabitation n’est pas toujours évidente.

Aujourd’hui je n’ai rien enregistré, ni créé. Le moral n’était vraiment au rendez-vous. Ce matin, j’ai déjeuné un biscuit, à midi deux tranches de pain et pour ce soir, j’ai trouvé une boite de thon. J’oubliais de préciser, sur ce Chemin on perd toute notion du temps et de l’espace, et aujourd’hui… c’est dimanche. Je m’en suis rendu compte à l’entrée dans la ville de Padrón, tout est fermé. C’est à ce moment là que Barcelone m’a le plus manqué, avec ses OpenCor, pakistanais ou chinois ouverts toute l’année.

Aller, un point positif pour finir. Les après-midis se font de plus en plus courtes grâce aux longues conversations que nous avons tous. Mais le must pour aujourd’hui, ce qui va me remotiver pour demain, mieux que de savoir que Heidi Klum m’attend dans la prochaine auberge : c’est que jusqu’au soir nous avons eu un gros soleil et que j’ai pu sécher tous mes vêtements. Je n’aurais pas, demain, à marcher avec mes slips et chaussettes humides accrochés à mon sac à dos. Et ça, ça n’a pas de prix, hein Heidi?

Read more...

jeudi 26 août 2010

Día 5 : Pola de Allande - Castro [42km]

Por fin, estoy bien instalado. Mi medio litro de Colacao caliente está a punto de llegar. Merecido; la etapa de hoy ha sido titánica. Incluso he percibido mis límites físicos. Otra vez dos etapas en una, pero estas eran las dos etapas más duras del recorrido. Han sido 42km y dos puertos que coronar.

Esta mañana, uno de los Superman me comunicó su intención de realizar la etapa conmigo. Explicación: los Superman son tres hombres de entre 45 y 65 años para quien el Camino es una carrera. Tienen mucha experiencia en senderismo y por lo tanto, buen ritmo. Pero su afán de protagonismo y soberbia se me quedan atragantados.

El anuncio del Superman rebaja un poco mi moral. Una de las reglas no escritas del Camino de Santiago es “más vale caminar solo que mal acompañado”. Tengo que deshacerme de él! Arrancamos de noche y directamente impongo un ritmo elevado. Adelantamos a todo el mundo salvo los dos otros Superman; habían iniciado la etapa tres kilómetros más adelante. Decidido a escaparme, lanzo mi primer ataque en una cuesta. Lo que por entonces no sé, es que se trata del temido Alto del Palo -600metros de desnivel en 2km de distancia, una media del 30%-. Una vez llegado arriba estoy sin aire pero contento de ver que el Super se ha quedado atrás. Un poco de asfalto en falso llano y llega el drama. Nos desviamos a la derecha por un camino que sigue subiendo; y de qué manera! En realidad, solo estamos a la mitad del ascenso, lo peor está por llegar. Cada vez me cuesta más levantar mis pies y respirar. Me adelantan y me distancian. Creo que estoy experimentando lo que se llama “pájara”. Llegado a la cumbre, me parece que estoy en la luna. Todo desértico, todo gris, ni un ruido y mucho frio. Un paisaje aterrador.

Por suerte para mí, enseguida llega la bajada. Definitivamente, es lo mío. Debe de ser la inconsciencia que me otorgan mis 23 años, pero bajando, soy un “cobete”. En unos cientos de metros, alcanzo todos los Superman y los dejo atrás. En Berducedo, una aldea habitada por vacas –en serio, es los único vivo que he visto- me pierdo. Camino unos quince minutos en mala dirección hasta darme cuenta de ello. Me siento como cuando descargo una serie, tarda mil y al final me doy cuenta de que es un capitulo antiguo. Copón qué frustración! Estoy de vuelta en el Camino y un par de kilómetros más adelante, me paro a comer en “La Mesa” –no es un chiste malo, es el nombre del pueblo-. Mientras estoy tirado en un portal, comiendo mi bocata, un perro se sienta delante de mí y me mira estoicamente. Al chucho le bautizo –con tres gotas de Aquarius- con el nombre Kriptonita y arranco. Unos minutos más tarde, doy con los Superman comiendo. WTF?! Probablemente me hayan adelantado mientras hacía el extra por Berducedo. Uno de ellos me escupe “No se puede ir así a lo loco”. Yo le grito “a mí los consejos solo me los da Google” –bueno, lo pensé, no lo dije-. Mi única respuesta: sacar el iPod y caminar como Chimo Bayo dirigiéndose a Escorpia.

Casi sin darme cuenta gracias a Strokes, Chemical Brothers y The Clash, encumbro el último puerto de hoy. Las vistas sobre el embalse de Salime son magnificas. Quedan 18 kilómetros y doce de bajada por un pinar. En el descenso, mis rodillas me mandan un aviso; la verdad es que estoy cargando todo el esfuerzo sobre ellas. Una vez llegado al embalse, ya “solo” quedan seis kilómetros de subida hacia Grandas, punto final de la etapa. Bajo un sol de justicia y sobre un alquitrán abrasivo, la planta de mis pies están listas para echarle unos huevos y freírlos.

Vistas desde el Segundo puerto

Llego a Grandas extenuado. El hospitalero me anuncia que ya no queda sitio en el albergue. Bueno, me había preparado mentalmente para ello. Llamo a un albergue privado que se encuentra en Castro, cinco kilómetros más adelante. Quedan camas, hago la reserva. Son cinco mil metros más pero al tener una cama asegurada, me lo tomaré como un largo paseo. En Grandas me paro para meterme una dosis de azúcar y Aquarius. A las cuatro de la tarde llego a Castro. El lugar es muy acogedor. Se trata de una antigua granja reformada rodeada de campos llenos de rubias rumiantes, un paraíso. Los hospitaleros –de mi edad- son muy amables y disponibles para ayudar. Además son viejos Erasmus y eso, siempre toca la fibra sentimental. Somos una gran familia.

Tengo que acabar ya este resumen si no mi Colacao va a enfriar. Mañana, etapa corta. Cruzo los dedos para que mis ampollas se queden agazapadas allí donde están. Ahí veo a la canadiense, voy a preguntarle si es verdad que en su país, le tienen miedo a la oscuridad (ref a How I Met Your Mother).

Read more...

Jour 5 : Pola de Allande - Castro [42km]

Me voilà enfin, bien posé ; et un énorme chocolat chaud qui arrive. Bien mérité car l’étape d’aujourd’hui a été XXL. J’ai même entraperçu mes limites physiques mais repoussé les mentales. J’ai à nouveau fais deux étapes en une, ok, rien de terrible. Ce qui est plus terrible c’est quand les deux étapes en question sont les deux plus violentes de tout le Chemin. C’est 42km et deux cols à grimper.

Ce matin, un des Superman m’annonce qu’il va marcher avec moi. Explication : les Superman sont trois hommes entre 45 et 65 ans pour qui ce Chemin est une course. Ils ont pas mal d’expérience dans le monde du trek donc un bon rythme, cela alimente leur arrogance. Et pourquoi le cacher, ils ont plutôt du mal à voir un petit jeune faire abstraction de leurs conseils et leur bla bla. By the way, le petit jeune c’est moi et les seuls conseils que j’accepte sont ceux de Google. Donc autant dire que je les ai en travers de la gorge.

L’annonce du Superman rabaisse mon moral. Une des règles non-écrite du Chemin est « marche seul plutôt que mal accompagné ». Il faut absolument que je me défasse de ce gars. Nous démarrons donc à nouveau en pleine nuit et je lance directement un rythme soutenu. Nous dépassons tout le monde. Seul nous devancent un français et les deux autres Superman qui partaient depuis trois kilomètres en avant. Bien décidé à me débarrasser de mon fardeau, je lance ma première attaque dans une montée. Ce que je ne sais pas alors, c’est qu’il s’agit du redoutable Col del Palo. 600 mètres de dénivelé sur deux kilomètres de chemin, une moyenne de 30% de côte. Nous arrivons en haut, je suis explosé mais content de voir que le Superman est largué. Un peu d’asphalte et le drame. Ça remonte et de quelle manière. En fait nous étions à la moitié de la montagne. Je commence à perdre mon souffle, mon sac pèse trois tonnes et je me courbe de plus en plus. Je me fais doubler et distancier. Je suis vraiment en bad. Une fois en haut, j’ai l’impression d’être sur la lune. Tout semble désert, la brume rend le paysage encore plus angoissant.

La Lune

Heureusement pour moi, il y a la descente. C’est officiel, c’est mon truc. Sur quelques centaines de mètres je rattrape tous les Superman et m’en éloigne. Revoilà Messi sautant de pierre en pierre. Le plat arrive. Sur ce genre de terrain, je m’ennuie, donc je pense –à des âneries-, donc je ralentis. Je me force alors à rester concentrer pour maintenir le rythme. Que mes pas se fusionnent avec ma tête dans son balancement. Je tire jusqu’au moment où mon corps dit stop. Dans un village désert je me pose pour manger un sandwich préparé la veille –avec un chien qui reste assis à me regarder, chien que j’ai baptisé Kryptonite -. Quand je redémarre je vois les Superman en train de manger. WTF ?! Ils ont du me passer quand j’étais perdu plus tôt. L’un d’entre eux me crache « Tu ne peux pas aller à cette allure ! ». Ma seule réponse et la suivante : je sors mon iPod, lance le mode aléatoire et fonce.

Je les sèmes rapidement lors de l’ascension au dernier col. De là haut, les vues sur le barrage hydraulique de Salime sont époustouflantes. Il reste 18km pour l’arrivée dont 12 de descente entre sapins et cailloux. Dans cette descente, mes genoux me lance un avertissement sans frais. Il faut dire que tout le travail est pour eux. Une fois en bas, commencent six kilomètres d’ascension vers Grandas. Sous un soleil de plomb, l’asphalte abrasif brule la plante de mes pieds. Ce ne sont pas des ampoules que je vais avoir, mais l’éclairage du Stade de France !

J’arrive à Grandas, exténué. Le Hospitalero m’annonce qu’il n’y a plus de place dans l’auberge. Bon, je m’y étais préparé mentalement. Je téléphone une auberge privée qui se trouve cinq kilomètres plus loin. Il reste de la place, je réserve. Ce sont cinq bornes de plus mais au moins j’ai un lit de garanti. Ça sera comme une grosse balade sans stress. A Grandas je me pose tout de même pour manger un bout et me faire un shoot d’Aquarius. À 16h j’arrive enfin à l’auberge privée de Castro. Je trouve l’endroit vraiment sympa et chaleureux. L’auberge est une ancienne ferme entourée de champs de vaches, le paradis quoi. Les gérants –de mon âge- sont forts aimable et font tout pour aider. De plus, ils sont d’anciens Erasmus ; cela crée toujours des liens d’affinité. Quelle grande famille quand même.

Je dois boucler ce compte rendu rapidement, sinon mon chocolat chaud va refroidir. Demain étape courte et je croise les doigts pour que mes cloches ne sortent pas d’où elles sont, c'est-à-dire entre mes orteils. Et là je file car je vois la canadienne et j’aimerai savoir si c’est vrai qu’ils ont peur du noir (cf. HIMYM).

Read more...

mardi 24 août 2010

Día 4 : Tineo - Pola de Allande [28km]

Contaba con despertar a las seis pero con la mala noche que he pasado, a esa hora ya estoy caminando. Tras medio litro de Biofrutas y très Digestive, me lanzo a la conquista de la noche asturiana.

No sé porqué, pero esta mañana tengo a Lady Gaga metida en la cabeza. No paro de tararear el “he he he he” de Telephone. Lo cierto es que desde entonces, la odio un poco menos. Tiene su lógica; con mi linterna, ha sido mi única compañía durante más de una hora de trayecto nocturno. Copón qué miedo! La visión se reduce a lo que los leds de mi lámpara quieren mostrarme, lo cual es poco, y la cara de Gaga. Los ruidos extraños se multiplican tanto como mi excitación. Con el amanecer, no se acaba el ambiente terrorífico ya que la niebla convierte a los montes astur, en calles de Whitechapel con Jack el Destripador escondido tras cualquier árbol.

Camino by night

No sé si por culpa del miedo o Lady Gaga –o el miedo « a » Lady Gaga-, pero hoy tengo un ritmo alucinante. Al inicio de la etapa me siento como en una autopista alemana. Cuando enciendo el iPod, acelero más si cabe. Espero no pinchar, pero el modo aleatorio me está tratando como un rey. En las peligrosas pendientes, el Messi que llevo dentro sale para saltar de piedra en piedra. Donde pierdo cadencia, es en llano. Está claro que lo mío es la inestabilidad. Mi ritmo solo se ve ralentizado por un comienzo de calambre en la pierna izquierda. Freno, para poder acelerar más un rato después. Hoy tengo la sensación de poder llegar a Santiago de una tirada.

Poco después del pueblo de Borres, llega el mejor momento de la etapa. Llevo cuatro horas caminando y mis fuerzas empiezan a desaparecer. Muero de hambre, los mareos empiezan a acorralarme, mis manos tiemblan. Intento tirar lo máximo que puedo, sabiendo que una parada ahora, podría ser letal para el resto de la etapa. Pero cada paso se hace más pesado. De repente, delante de mí se iza un muro. Un camino de tierra y piedras con un porcentaje brutal. Me paro. Ya no tengo fuerzas. Maldigo el Camino Primitivo por ser tan cruel. Pero no contaba con la música. Mi iPod rompe su mutismo con el A7 de Time For Heroes. Los nueve guitarrazos del inicio se transforman en taladradoras para ir a buscar mis últimas fuerzas. Es como si esta canción hubiese cogido mi mochila e instalado una escalera mecánica. Trepo por el muro como un lagarto. Una vez arriba, tardo varias canciones en recuperarme de esta aparición divina musical. Voto por la beatificación de mi iPod.

Más lejos, en Porciles, vivo el momento de pánico del día. Me paro en un bar para comprar un Aquarius –segundo patrocinador del Camino después de Philadelphia-. Pero no encuentro mi cartera! La había colocado en el centro de mi mochila, para evitar que se mojase con el sudor y la ropa secando. El señor del bar debió de pensar que intentaba hacerle un 13-14 (sigo sin entender esta expresión), pero rápidamente se dio cuenta de que no era teatro. Al final la encuentro, pago y comemos perdices.

Tranquilizado, el resto de la etapa es una bajada constante hacia Pola de Allande. MIA y Arctic Monkeys acaban de regalarle tres litros de RedBull al Messi que soy hoy. Hasta se me ocurre correr por los peligrosos senderos. Más tarde me daría cuenta de que no había sido una idea muy brillante, ya que en cualquier momento mi rodilla me hubiera podido decir “ahí te quedas Salinas”. Pero como comentado anteriormente, hoy no me para nada.

Acabo de realizar dos etapas en una. A mi llegada, solo quedan tres camas. Desde luego, mi suerte de hoy no tiene límite. El albergue se parece al de ayer, tipo industrial. Según el camino va avanzando y la afluencia aumenta, los albergues cada vez pierden más su esencia y su calor. En cuanto a mi estado, cada vez me siento mejor. El mental y el físico se alimentan el uno del otro. Me siento fuerte porque mis piernas aguantan y mis piernas aguantan porque mi mente es lo bastante fuerte como para no atender sus quejas.

Mañana toca etapa larga -35km y dos puertos-, así que me voy al deporte nacional: la siesta. Que Lady Gaga me siga siendo mi luz.

Read more...

Jour 4 : Tineo - Pola de Allande [28km]

Je comptais me réveiller à 6h mais étant donné la mauvaise nuit passée, à cette heure là je suis déjà en train de marcher. Après un demi-litre de jus d’orange et trois Digestives –oui, trois-, je me lance à corps perdu dans la nuit asturienne.

Je ne sais pas pourquoi, mais ce matin j’ai Lady Gaga en tête. Je ne cesse de répéter le « he he he he » de Telephone et depuis, je l’affectionne un peu. Il faut dire, qu’avec ma lampe torche, elle a été ma seule compagnie pendant près d’une heure de marche en pleine nuit. Bon sang que ça peut faire peur ! La vision se réduit à ce que la lampe veut bien montrer, ce qui est peu, et la face de « popopopoker face ». Les bruits étranges se multiplient tout comme l’excitation. Quand le jour commence à se lever, la brume persiste donnant aussi son niveau de mystère et terreur. Plus que les montagnes du nord, on a l'impression d'être dans les rues de Whitechapel et que derrière n'importe quel arbre peut se cacher Jack...

Jack? Where are you?

Je ne sais pas si c’est la peur ou Lady Gaga –ou la peur « de » Lady Gaga-, mais aujourd’hui j’ai un rythme de folie. Au début de l’étape je me sens comme sur une autoroute allemande. Quand j’enfonce mes écouteurs dans mes oreilles, j‘accélère encore. J’espère ne pas crever, mais le mode aléatoire me traite comme un roi. Dans les descentes dangereuses, je me glisse dans la peau de Messi pour sauter d’une pierre à l’autre. Mon seul problème est le plat. Là, je traine. Il est clair que mon fort n’est pas le calme ni la stabilité. Ma frénétique allure ne se voit ralentie que par un début de crampe à ma jambe gauche. Je ralentis pour repartir de plus belle. Aujourd’hui j’ai l’impression que je pourrais arriver à Santiago d’un coup.

Peut après le village de Borres, arrive le meilleur moment de l’étape. Cela fait quatre heures que je marche et je sens mes forces s’en aller. Je meurs de faim, des vertiges commencent à me harceler et mes mains tremblent. Je tente de résister un maximum sachant qu’un arrêt maintenant, pourrait détruire ma cadence. Mais chaque pas se fait plus lourd. Tout d’un coup, un mur se dresse devant moi. Un chemin de terre et de pierres avec un dénivelé brutal. Je m’arrête. Je n’ai plus de force, pas même pour un pas de plus. Je blâme le Chemin Primitif –celui que je fais- pour être aussi cruel. Je suis dépité. Bloqué. Mais c’était sans compter sur mon iPod. Il jailli de son mutisme avec le A7 de Time For Heroes. Les neuf coups de guitare endiablés de l’intro se transforment en pelleteuse, pour aller creuser et chercher mes dernières ressources. Un geyser de force fait éruption au fond de moi. Sans y penser, je me lance comme un acharné à l’attaque du mur. C’est comme si cette chanson avait pris en charge mon sac et enclenché un tire-fesses. Je grimpe comme un lézard. Une fois en haut de la côte, je tarde plusieurs chansons à me remettre de cette apparition divine dans mon iPod. Je m’arrête, mange quelques bâtonnets de pain avec du –surprise-, Camembert ; et continue. Kasabian, Brel et Justice continuent de me pousser. Que ferais-je sans musique ?

Plus loin, je vis mon plus gros moment de stress sur le Camino. A Porciles, je m’arrête dans un bar pour acheter un Aquarius –deuxième sponsor du Chemin-. Je ne trouve pas mon portefeuille ! Je l’avais en fait coincé au beau milieu de mon sac pour éviter qu’il ne s’humidifie à cause de la transpiration de mon dos et de mes chaussettes qui séchaient à l’extérieur. Le barman a sans doute dû se dire que je tentais de partir sans payer. Quoique non, il avait l’air bien brave.

Soulagé, le reste de l’étape est une constante descente vers Pola de Allande. MIA et Arctic Monkeys viennent de fournir trois litres de RedBull au Messi que j’ai en moi aujourd’hui. Il m’arrive même de courir dans les dangereuses pentes. Après coup, je me rends compte que ce n’étais pas une idée très brillante. Mes genoux auraient pu me faire une mauvaise blague à tout moment. Mais comme dis plus haut, en ce jour j’ai l’impression que rien ne peut m’arrêter.

Aujourd’hui j’ai fais deux étape en une; à mon arrivée, il ne reste donc que trois lits. Décidément, c’est mon jour de chance. L’auberge est dans le même style que celle d’hier, format industriel. Je crois que plus le Chemin avance et plus l’affluence est importante, moins les auberges seront chaleureuses et familiales. Demain m’attend une longue étape de 35km avec deux cols à escalader. Une sieste s’impose.

Pour ce qui est de mon état, je me sens de mieux en mieux. Le mental et le physique s’alimentent l’un de l’autre. Je me sens fort parce que mes jambes tiennent le coup ; et je ne sens pas les plaintes de mes jambes parce que mon mental est assez fort que pour faire abstraction.
Que Lady Gaga continue de m’emporter. Hey Men.

Read more...

vendredi 20 août 2010

Día 3 : Bodenaya - Tineo [12km]

Por fin he podido dormir como los bebés de los anuncios [el del museo]. A las 22h, me echo en la cama para empezar a leer El Guardián Entre el Centeno de Salinger. Llegado a la quinta página, la suavidad de colchón y la almohada me secuestran y me embarcan en una furgoneta Volkswagen hacia el reino de Morfeo. A las doce de la noche, un sms me despierta. Abro los ojos convencido de que ya es hora de levantarse, pero la horrible luminosidad de mi móvil me anuncia lo contrario. Aún me quedan seis horas de cama. Esta sensación, la de darse cuenta que aún nos queda saldo de sueño, no tiene precio.

Louise, mi querida compañera canadiense, me aconseja que mañana vaya hasta Tineo. En teoría, la etapa es hasta Borres, a 25km. Pero un rumor corre afirmando que el albergue que allí se encuentra es un autentico antro, que más vale dormir en la calle que ahí dentro. Si voy hasta Tineo, sería una etapa de 12 kilómetros. Según mis planes, tarde o temprano tendré que hacer una etapa corta. Esas que en el Tour llaman “de transición”. Puede que mañana sea la ocasión perfecta. Tineo es una pequeña villa; donde podré pasar el día y disfrutar de sus comodidades. Además, después de las dos duras primeras etapas, una suavecita no me vendrá mal.

A las siete de la mañana, desayunamos todos los del albergue juntos. Eso provoca un arranque de etapa masivo una hora más tarde. No es mala idea la verdad. La niebla complica muchísimo la orientación. A cinco metros se ve fatal, a diez, nada. Un decorado perfecto para películas de terror. Además, la niebla y el orvallo matutino convierten el Camino en un auténtico barrizal; el paraíso para esguinces y otras caídas.

Después de una hora de caminata, adelanto a los daneses. Ya no tengo a nadie delante; adiós referencias. Más tarde, eso se convertirá en un problema para mí; cuando me empiece a preocupar por la longitud de la etapa. Ando sin parar, pero no aparece ningún pueblo. Si he pasado Tineo sin darme cuenta, la habré liado parda. Mi guía anuncia 12km, pero tengo la sensación de haber recorrido 25! No hay ruido, ni delante, ni detrás. Solo se oyen las gotas que caen de los arboles. Mi soledad empieza a crecer preocupantemente cuando al fin, a lo lejos, veo el campo de futbol municipal de Tineo. Mazzeltof! Vuelven los ánimos. Al pasar un repecho, veo Tineo colgado de una montaña. Este pueblo me recuerda Monaco pero sin los Ferraris; aunque algún que otro Lamborghini si que veo, pero son tractores. Aquí, seguro que las gallinas llevan cestas colgadas del trasero para que no se les escapen los huevos. El horizonte es aquí una mera utopía.

A la hora a la que llego (10h15), el pueblo parece muerto. Aprovecho para sentarme en un parque y comerme unos Donuts. Sale el sol y, ni corto ni perezoso, saco la ropa a secar sobre un banco. Un indigente? No, pelegrino old school. Son las once, ya puedo ir a por las llaves del albergue. Durante una hora, solo estamos tres en él (33 camas). Aprovecho para hacer todas esas cosas que no gustan de hacer en público. Entre esas cosas, lavar la ropa; a mano! Sí, no quería hacerlo en público porque iba a ser mi primera vez. Si tenía que armarla, prefería que fuese sin testigos. Pero resulta que se me dio bastante bien. Para un chico para quién la lavadora es una necesidad primaria, más que comer, no ha estado mal.

Solo me faltaba el caniche bailongo

Llega la hora de echarse flores, para ello, me regalo un festín. Hoy voy de “menú del día”; y eso en el norte de España significa: no moverte en cuatro horas. Paella, lomo, helado, café, chupito, vino, pan, y efectivamente, no me he podido mover en cuatro horas. Hasta acabé con el puntillo ese tonto que otorga noblemente el vino tinto. Pero visto las etapas que vienen, más me vale aprovechar hoy para tomar fuerzas.

Después de tres días, empiezo a realizar lo que significa el Camino desde un punto de vista social. Hasta ahora, todo esto me recuerda mucho mi Erasmus. Un grupo de personas solidarias en la adversidad y con la curiosidad y la apertura de mente como armaduras. Lo que también me llama la atención es la humildad de la gente. Ninguna señal negativa o de desaprobación pese a las condiciones de vida rudimentarias. Espero que todo esto sea contagioso.

El debate de esta noche lo centran las próximas etapas. Hay varias alternativas; etapas largas, cortas, rompepiernas, bonitas, feas, etc. Me cuesta sacar conclusiones. Lo haré como casi todo en la vida, al tuntun. Lady Gaga me ayudará para tomar decisiones –no consigo sacarme Telephone de la cabeza copón!-. Ahora toca dormir; pero no será fácil: en el dormitorio hace 200° y una horda de diminutos insectos invaden las camas. Me recuerda aquel capitulo de McGyver donde un pueblo es atacado por una invasión de hormigas malvadas. Claro que tito Mc, tenía un mechero. Y él con eso, acaba con todas ellas y te monta un parque temático. Yo lo único que puedo hacer, es imaginarme en una cama

Read more...

Jour 3 : Bodenaya - Tineo [12km]

Enfin, j’ai dormi comme un bébé irlandais. À 22h je me couche en commençant à lire L’attrape-cœur de Salinger. À la page cinq, le matelas moelleux et l’oreiller senteur lavande me kidnappent et m’embarquent dans un van VW, vers le monde de Morphée. À minuit, un sms d’encouragement me réveille. J’ouvre les yeux persuadé qu’il est déjà six heure du matin mais la brulante luminosité de mon Samsung m’annonce le contraire. Il me reste de longues heures de sommeil devant moi. Cette sensation n’a pas de prix.

Louise, ma chère collègue canadienne, me conseille demain d’aller jusque Tineo. En théorie l’étape nous emmène jusque Borres, à 25km. Mais les rumeurs disent que l’auberge qui s’y trouve est infecte, qu’il vaut mieux dormir dehors que là dedans. Si je vais à Tineo demain, ça me fera une étape de 12km. Selon mes plans, tôt ou tard je devrais faire une courte étape. Je crois que demain serait l’occasion parfaite. Tineo est une petite ville, j’aurais plus à faire que si je dois passer une journée dans un village avec quatre habitants. De plus, après les deux premières étapes plutôt rudes, je crois qu’une journée light ne me fera pas de mal ; surtout avant d’attaquer des gros parcours plus tard. Deal, demain je vais à Tineo et j’y fais ma moule.

À sept heure, petit déjeuné en commun. Cela provoque un départ groupé une heure plus tard. Ce n’est pas plus mal car le brouillard complique énormément l’orientation. À cinq mètres, tout devient flou, à dix, on ne voit plus rien. Cela donne de beaux décors pour des films d’horreur. De plus, la brume et la fine pluie matinale rendent le chemin boueux et glissant ; un supermarché à entorses et chutes en tout genre.

Deux danois dans les ténèbres

Après une heure de marche, je dépasse les danois. Je n’ai plus personne devant, mais les références s’envolent aussi. Ceci deviendra un problème plus tard, lorsque je commence à m’inquiéter quant à la longueur de l’étape. Je marche sans arrêt, mais aucune ville n’apparait. Si j’ai dépassé Tineo sans le savoir, je suis foutu. Mon guide annonce 12km, mais j’ai l’impression d’en avoir marché 25. Pas un bruit, ni devant ni derrière. Seules les goutes que les arbres laissent tomber. Ma solitude commence à croitre exponentiellement quand tout à coup, je vois au loin un terrain de football municipal avec l’inscription « Tineo FC ». Je retrouve le sourire et toutes mes forces. Je passe une colline et aperçois, perché sur le flanc d’une montagne, Tineo. J’y entre à 10h15. Cette ville me rappelle Monaco mais sans les Ferrari. Quoiqu’ici on trouve pas mal de Lamborghini, mais les tracteurs. Ici, tout monte ou descend. Les poules ont des paniers attaché à leur derrière, pour éviter que les œufs ne s’échappent. L’horizon ici, n’est qu’une vaste utopie.

À l’heure à laquelle j’arrive, le village semble mort. J’en profite pour me poser dans un parc, faire sécher mes vêtements like a gipsy et m’enfiler quelques Donuts. C’est pas comme si je me sentais comme un SDF, c’est que j’en suis un. La seule chose que j’ai de fixe dans ma vie, c’est mon grain de beauté sous l’œil gauche. Il est 11h, je peux aller chercher les clés de l’auberge au bar adjacent. Pendant une bonne heure, nous ne sommes que trois dans toute l’auberge (de 33 lits). J’en profite pour faire tout ce qu’on aime ne pas faire en public et laver mes vêtements. Oui, laver mes vêtements, à la main. C’est la première fois que je me lance dans un tel exercice. Moi qui suis plutôt partisan du « moi, je mélange tout dans la machine » ; me voilà à laver de la façon la plus délicate qui soit. En bien, je ne veux pas me jeter des fleurs, mais c’est vraiment pas mal du tout.

Comme récompense, je décide de m’offrir un festin. Je m’explose la pense dans un « restaurant de village » –en espagnol cela signifie manger jusqu’à n’en plus pouvoir pour 7€-. Je même fini un peu rond, parce que dans le nord de l’Espagne, on ne vous sert pas un verre de vin, mais la bouteille. Mais s’il y a bien un jour où peux me le permettre, c’est aujourd’hui.

Après trois jours, je commence vraiment à prendre conscience de ce qu’est le Camino d’un point de vue social. Ça me rappelle énormément mon Erasmus. Un groupe de personne, solidaires dans la détresse et avec la curiosité et l’ouverture d’esprit comme armure. Ce qui m’interpelle aussi, c’est l’humilité des gens. Aucun signe négatif ou de désapprobation, malgré les conditions de vie rudimentaires. J’espère que tout cela est contagieux.

Ce sont les prochaines étapes qui centrent les débats de ce soir. Il y a plusieurs alternatives ; des étapes plus longues, plus courtes, plus dangereuses, etc. J’ai du mal à m’y retrouver, je la ferai au feeling. Lady Gaga m’aidera à prendre une décision en temps voulu –je ne peux retirer Telephone de ma tête, ça fait mal-. Maintenant, je dois dormir ; même si ça ne va pas être facile : il fait 200 degrés dans le dortoir et une horde de petites bêtes envahissent les lits. Je préfère ne pas connaitre leurs préférences alimentaires. Je vais me concentrer sur un lit king size dans le Ritz de la place Vendôme.

Read more...

mercredi 18 août 2010

Día 2 : Villapañada - Bodenaya [28km]

Yo que pensaba dormir como un bebé… Imposible conciliar el sueño más de una hora seguida. Si no son los ronquidos, es el aire que abre la ventana y me sopla sobre la nuca –el verano asturiano es un invierno barcelonés- o si no, los lobos que cercan el albergue. Pero lo peor y más inesperado son, mis piernas. Tengo la sensación de que siguen caminando; que me quieren expulsar del reino del sueño. No paro de dar vueltas. La canadiense que duerme debajo debe de odiarme.

Apenas son las seis que ya estoy en pie. Bueno no, estoy despertado. Temo la reacción de mis piernas cuando baje de la litera. Espero que no emularan las de Barney después de la maratón de NY. Venga, ahí voy. Milagro! Aguantan firmemente. Tan solo unas cuantas agujetas que era previsibles. Desayuno Special K ; mentira, pan, Philadelphia y una pera. Eso sí, contemplando el amanecer sobre el oriente astur.

Arrancamos. Empieza fuerte. Aun estoy ajustando mi polar Quechua que ya estoy sudando. La etapa de hoy se inicia con la ascensión al Puerto del Fresno. Mis piernas hubieran preferido otro tipo de calentamiento. Muero de calor, pero con el orvallo y el frío, como me quite el polar me gano una neumonía fijo. Bueno da igual, viva el sudor y el que tenga que aguantar luego mi olor.

Cuesta creerlo, pero lo peor viene después. La bajada. Metáfora de la vida? Quién sabe. Lo que está claro es que la bajada es mucho más exigente que la subida. Por lo menos cuando llegas a la cumbre de un puerto, puedes ponerte con los brazos en jarra y contemplar orgullosamente lo que acabas de conseguir. Despues de una bajada, solo te sientes un microbio en el fondo de un contenedor. Eso sí, un microbio con la planta de los pies ardiendo. Hasta San Marcelo, son cinco kilómetros de fuerte pendiente con piedras y tierra inestable. Una gozada para los pulmones, un martirio para rodillas y tobillos. La bajada encuentra su fin en Cornellana. A partir de ahora, el Camino vuelve a subir. Este se entrelaza con una autopista en construcción, lo que convierte el sendero en un sinfín de complejos desvíos. Mis piernas aguantan. Por suerte que no tienen ojos; lo que veo yo –en el mapa con el relieve- no les gustaría nada.

Las numerosas desviaciones acaban sacandome del Camino. En realidad, estoy siguiendo un atajo sin saberlo. Un vecina del pueblo que atravieso me intercepta y me anuncia que voy mal. El Camino realiza una sucesión de “S” y yo lo que hago, es una “i” mayúscula. No sé si volver al Camino. La tentación de ahorrarme un par de kilómetros es grande. Venga, no. Ya que hago el Camino de Santiago, voy hacerlo bien. La amable mujer me acompaña entonces hasta el sendero correcto y me vuelvo a adentrar entre pinares.

Me paro en una de las fuentes. Si hay algo que no echo de menos en este Camino, es Fontvella. Aprovecho para recargar la cantimplora y comer algo. Palitos de pan y Philadelfia. No sé cuánto tiempo aguantará mi cuerpo así. Es como llenar el Ferrari de Alonso con gasoil del malo. Sentado cerca de la fuente, dos daneses y un alemán también se paran. Conversamos sobre la etapa y sobre la gentileza de la dama que nos ha guiado. Pero lo que atrae mi atención, son sus mochilas. Son dos veces mayores que la mía. En ese momento, empieza a preocuparme mi equipaje. No llevo ni esterilla ni saco de dormir. Como tenga que dormir fuera, más me valdrá caminar toda la noche. Mi mochila apenas llega a siete kilos cuando la de los demás, debe flirtear con los quince kilos.

Después de relanzarme fresquísimo como la limonada de Marlo, llego a Salas bajo un sol de justicia. Este pueblo es el final oficial de la etapa, pero visto mi estado, puedo continuar. Solo es la una de la tarde, mis piernas están en su punto y he oído muy buenos comentarios del siguiente albergue que se sitúa siete kilómetros más adelante. Brevemente, me paro para darme un chute de Filipinos. Estoy listo para un final de etapa a lo Contador.

Contador? Más bien Indurain viejuno! El último tramo son siete kilómetros de subida ininterumpida con algunos repechos que casi me hacen besar el suelo. Fácil: desde Salas, veo a lo lejos la futura autopista acariciando las nubes; un rato después, me encuentro caminando sobre esta. En estas dos etapas, es mi peor momento a nivel físico. Por suerte, mi iPod ejerce de motivador.

Sin autopista, no hay paraíso


Por fin llego al albergue de Bodenaya ; una antigua cuadra restaurada y gestionada por tres veteranos pelegrinos. Solo quedan dos camas. Tengo suerte pero no durará, así que más me vale que llegue antes a los albergues. Estoy muerto, los últimos 7000 metros me han dejado como una uva pasa. Nunca había sudado tanto pero mis pies aguantan firmes. Al retirar mis calcetines –que ya se ha convertido en todo un solemne ritual-, una chica alemana sentada a mi lado apunta “Your feet are really nice”. Tú sí que… bueno, en otro contexto no sé cómo me lo habría tomado. Aquí, la teutona no hace más que ratificar mi técnica ultrasofisticada para evitar lesiones. Dos pares de calcetines. Los primeros, más finos, se tatúan al pie. Entonces, la posible fricción dentro de las zapatillas solo será entre calcetines, nunca con la piel del pie. Lo cual, reduce notablemente el riesgo de ampollas y rozaduras. Esto ha sido mi briconsejo de hoy amigos.

Despues de la ducha, ya me siento más abierto a conversar. Es que antes, mi olor me daba ganas de escapar de mi propio cuerpo. El resto de la tarde pasó volando charlando e intercambiando experiencias. Dos belgas; un holandés –con quién intento resucitar mi lengua muerta; dos expertas en trekking de Huesca; una alemana enamorada de mis pies; y la canadiense, que parece no tenerme rencor por lo de anoche. Los hospitaleros se encargaron de lavarnos la ropa y prepararnos una cena con mil vitaminas. Al parecer, mañana también tendremos desayuno. Esto parece un Sol Meliá solo que aquí, se da la voluntad.

Read more...

Jour 2 : Villapañada – Bodenaya [28km]

Moi qui pensais dormir comme une pierre… Impossible de trouver le sommeil plus d’une heure consécutive. Si ce ne sont pas les ronflements, c’est la fenêtre qui s’ouvre et me souffle dans la nuque –l’été en Asturies, c’est comme l’hiver à Barcelone- ou encore les loups qui rodent autour de l’auberge. Mais le pire, et le plus inattendu, mes jambes. J’ai l’impression qu’elles continuent à marcher et qu’elles veulent m’expulser du royaume des rêves. Je n’arrête pas de bouger. La canadienne qui dort en dessous doit me détester.

Il est à peine 6h que je suis déjà debout. Bon, non, je suis réveillé. Parce que je redoute la réaction de mes jambes quand je poserai celles-ci sur le plancher. J’ai peur de faire le coup de Barney après le Marathon de NY. Aller, je me lance. Miracle ! Elles tiennent bon ; juste quelques courbatures prévisibles qui disparaitront lorsque la machine sera en route. J’avale mon petit déjeuné équilibré composé de pain, Philadelphia et une poire ; le tout en regardant le soleil se lever.

C’est parti. Et ça commence fort. Je suis encore en train d’ajuster mon polar Quechua que je transpire déjà. L’étape commence avec l’ascension au col de El Fresno. Mes jambes auraient sans doute préféré une mise en bouche plus douce. Je meurs de chaud, mais avec la fraicheur du matin, si je retire mon polar, c’est la pneumonie assurée. Bon tant pis pour ceux qui mangeront près de moi tout à l’heure. Le Camino et les odeurs vivent une relation fusionnelle.

On aurait presque du mal à le croire, mais le pire vient après. La descente. Métaphore de la vie ? Qui sait ? Le fait est que la descente est bien plus exigeante et compliquée que l’escalade. Au moins quand on arrive au sommet, on peut se poser et contempler fièrement ce que l’on vient d’accomplir. Après une descente, on ne peut que se sentir comme une masse à la merci de la gravité. Au fond d’un trou. Jusqu’à San Marcelo, ce sont cinq kilomètres de pentes faite de gravier et de gros cailloux. Un soulagement pour mes poumons, un supplice pour chevilles et orteils –étrange mais c’est la partie qui a le plus souffert-. La descente conclue à Cornellana, à mi parcours. À partir de maintenant, ça remonte fort et le chemin entrecroise les travaux de construction d’une autoroute. Ceci rend le chemin, avec ses déviations, plus capricieux. Mes jambes tiennent bon, mais heureusement qu’elles n’ont pas d’yeux. Ce que ce que je vois moi –la carte avec les dénivelés à venir- ne les réjouirait point.

Les nombreuses déviations finissent par me sortir du chemin. En fait, je suis un raccourci sans le savoir. Une riveraine m’intercepte et m’annonce que je m’égare. En gros, le Chemin dessine une suite de « S » et moi je fais un joli « i ». J’hésite quand même à reprendre le chemin authentique. L’idée d’éviter quelques kilomètres est assez attrayante. Mais non, si je fais le Chemin, je veux le faire bien. Donc la charmante dame m’accompagne jusqu’au sentier correct et me voilà reparti parmi les sapins et les eucalyptus.

Je m’arrête à une fontaine pour remplir ma gourde d’eau fraiche et manger un bout. Un bout… ce mot laisse croire que c’est un apéro ou une collation. Non, c’est mon repas. Des bâtons de pain dur trempés dans du Philadelphia. Je me demande combien de temps mon corps va tenir le coup. C’est comme donner du Champomi à Pete Doherty. Assis au bord de la fontaine, deux suédois et un allemand me rejoignent. Nous discutons un peu de l’étape, de la gentillesse de la dame qui nous a redirigé, etc. Mais ce qui me marque, ce sont leurs sacs à dos. Ils font deux fois la taille du mien. À ce moment, je commence à m’inquiéter quant à mon équipement. Je n’ai ni sac de couchage ni mini matelas. Si un jour je dois dormir à la belle étoile, je suis grillé. Mon sac arrive à peine aux sept kilos, les leurs doit dépasser allègrement les dix.

Rambo et son fromage frais

Après m’être relancé frais comme une huitre, j’arrive à Salas sous un soleil de plomb. Cette ville est le point final officiel de l’étape, mais vu mon état, je peux continuer. Il n’est que 13h, mes jambes sont à point et j’ai entendu beaucoup de bien de la prochaine auberge qui est à 7km. Je m’arrête quand même pour me shooter aux Filipinos –délicieux biscuits au chocolat- et je suis ready pour une fin d’étape qui devrait être easy.

Easy ? AH ! Le dernier relais, ce sont sept kilomètres de montée continue avec quelques redressements qui m’ont presque fait embrasser le sol. Simple : de Salas je vois au loin la future autoroute qui flirte avec les nuages ; peu de temps après, je me trouve sur celle-ci. Sur ces deux jours, c’est physiquement le pire moment. Heureusement, mon iPod m’encourage.

J’arrive enfin à l’auberge de Bodenaya, une ancienne ferme restaurée et gérée par trois pèlerins expérimentés. Il ne reste que deux lits. J’ai beaucoup de chance et commence à me dire qu’il faut vraiment que j’arrive aux auberges plus tôt. Je suis explosé, ces sept dernières bornes m’ont tué. Je n’ai jamais autant sué mais mes pieds tiennent bon, toujours pas d’ampoules. Quand je retire mes chaussettes, une allemande assise à mes côté me lance : « your feet are really nice ». C’est toi qui est… Dans un autre contexte, je me serais posé des questions. Ici, elle ne fait que corroborer ma technique ultra sophistiquée pour éviter les blessures aux pieds. Deux paires de chaussettes. La première, en réalité des socquettes de petite taille, va quasiment se greffer au pied. Ce qui va alors frotter contre l’autre chaussette, c’est la socquette et non pas la peau. Ceci réduit les risques d’ampoules. À demain pour un nouvel épisode de C’est Pas Sorcier.

Après la douche, je me sens plus ouvert à conversation. Il faut dire que m’a propre odeur me donnait envie de fuir mon corps. Le reste de l’après-midi se passe à discuter avec les autres marcheurs. Deux belges, un hollandais, deux allemandes, deux espagnoles et la canadienne que je n’ai probablement pas laissé dormir hier, font que les heures passent rapidement. Les Hospitaleros (gérants des auberges) ont pris en charge nos vêtements pour les laver. Ils ont aussi préparé un somptueux repas, bourré de vitamines et apparemment, il y aura un petit déjeuner demain matin. Soins cinq étoile dans cette auberge. Je cherche où se trouve le logo Hilton. Je sais que je ne le trouverai pas quand l’Hospitalero m’annonce qu’ici, on laisse comme donation ce que l’on veut. C’est endroit est bien magique. Vive les vitamines et les gens passionnés.

Read more...

lundi 16 août 2010

Día 1 : Oviedo - Villapañada [29km]

Primera etapa de concluida y mis piernas aún chispean. Son las 20h y me esfuerzo para no irme a dormir.


El inicio de la etapa fue de lo más complicado. Necesité casi dos horas para salir de Oviedo. Las numerosas obras, las malas indicaciones y los ciudadanos poco cooperativos, me retuvieron hasta las 12h30! Si quiero encontrar una cama para esta noche, más me vale acelerar. Por fin, las aceras dieron paso a los senderos y los coches a los tractores. Me adentro en la Asturias más verde; la capital ovetense se queda a mi espalda. Lo positivo es que me encuentro con otros pelegrinos y adelante a estos. Las aldeas se suceden casi sin que me dé cuenta. Espero que este ritmo que llevo no me mande la factura mañana. El físico pocas veces acepta el pago a plazos.

Ojalá todo estuviera tan claro en Oviedo!

Al final son casi 30 kilometros y sinceramente, veo mal como una etapa podrá ser más dura: 34° a las cinco de la tarde. En teoría la etapa finaliza en Grado, pero el albergue está situado tres kilómetros más adelante; en Villapañada. El problema es que esta, es una aldea sin ningún servicio con lo cual, debo realizar mis compras en Grado. Compro algo de pan, Coca-Cola y alimentos supernutritivos (valga la ironía) para la cena. Lo que ninguna guía notificó, es que los tres kilómetros que separan el albergue de Grado, son directamente sacados del infierno de Dante! Subidas viciosas y brutales. Creo que se acabó la penitencia, giro y más subida. El peso de mi mochila me aplasta, ya no sé con qué mano llevar la bolsa del Dia y empiezo a preocuparme de verdad por mi cama de esta noche.

Llego al albergue. Una antigua escuela rural convertida en refugio. Es mi primera noche, así que no sé cómo funcionan estos sitios. Un caminante me indica que simplemente debo dejar mi mochila sobre una cama libre y ya está. Bien! Tengo cama para esta noche! Quedan tres cuando llego, tengo suerte. Una quincena de literas forman el dormitorio, esta noche toca concierto de instrumentos de viento. Algo aquí me recuerda un campo de concentración; no sé si es la disposición de las literas o el hecho de ver siluetas moverse en la penumbra como si fueran sombras huerfanas de cuerpo. El resto del albergue está muy bien pese a la humildad del local. Duchas y nevera, un pelegrino no necesita más.

Me sorprende el estado de mis pies. Retiro mis calcetines como se retira la tapa de un Camembert que lleva meses en el armario: esperando una sinfonía de colores y olores salidos del averno. Finalmente, nada. Mi primer par de calcetines (siempre llevo dos) está tatuado a mis pies pero no hay señal de ampollas o rozaduras. Me sorprende aún más cuando veo los pies de los demás. Las ampollas son del tamaño de Cuenca y apenas pueden caminar. Al fin y al cabo, mi estado general es bastante bueno. Hago unos estiramientos –qué haría sin Saber Vivir?- y estoy listo para dormir.

Es interesante ver la evolución de la etapa a nivel mental. Al principio, mientras buscaba las puertas de Oviedo, empezaba a entrever las puertas de mi paciencia. Estaba de los nervios. Mi Casio se mofaba de mí enseñándome los minutos que pasaban mientras yo, seguía dando vueltas en ese laberinto de hormigoneras y vallas. La motivación volvió cuando empecé a entender el sistema de indicaciones para pelegrinos. Cuando el sol hacía justicia en plena tarde, mi iPod me propuso los Bloody Beetroots. Ok, a lo mejor no es la música idónea para disfrutar de paisajes, pero es lo más para alcanzar un ritmo brutal. Para acabar, experimento la extrema fatiga –similar al estado de ebriedad- y el miedo a no tener cama. Primer día bastante completo, tanto a nivel físico como mental.

Cruzo los dedos para que los próximos días, el relieve no sea tan duro conmigo. Pese a eso, soy bastante optimista para el futuro. Incluso me planteo hacer, mañana, etapa y media. El recorrido previsto es de 19km pero saliendo pronto, no creo que diez kilómetros más me maten. En todo caso, lo único que quiero ahora es dormir; si los lobos me lo permiten, claro.

Read more...

Jour 1 : Oviedo - Villapañada [29km]

Première étape de bouclée et mes jambes fument encore. Il est 20h et je me force à ne pas aller me coucher.


Le début de l’étape d’aujourd’hui a été plus que laborieux. Il m’a fallut près de deux heures pour trouver la sortie de la ville d’Oviedo. Les nombreux travaux, les mauvaises indications et les riverains peu coopératifs m’ont retenu jusque 12h30 ! Si je veux trouver un lit ce soir, j’ai intérêt à ne pas trainer. Enfin, les trottoirs sont devenus sentiers et les voitures, tracteurs. Je pénètre les Asturies vertes et laisse sa capitale derrière moi. Le point positif est que je trouve peu de pèlerins et ceux que j’aperçois, je les double. Les villages se succèdent quasi sans que je ne m’en rende compte. J’espère que ce rythme élevé ne m’enverra pas sa facture demain. Le physique n’accepte que rarement les paiements à crédit.

Au total, c’est près de 30 kilomètres et sincèrement, je vois mal comment une étape pourrait être plus dure : 34° à 17h30. En théorie, l’étape conclu à Grado, mais l’auberge est trois kilomètres plus loin ; à Villapañada. Le problème est qu’il s’agit d’un minuscule village sans aucun magasin, il faut donc faire ses achats à Grado. J’achète un peu de pain et d’autres aliments super nutritifs (notez l’ironie) pour ce soir. Ce qu’on ne m’avait pas dit, c’est que les trois bornes qui séparent l’auberge de Grado, sont tout droit sortis de l’enfer de Dante. Quelques côtes vicieuses et infernales. Quand je crois que c’est fini, le chemin vire et voici une nouvelle montée. Le poids de mon sac m’écrase, je ne sais plus de quelle main porter mes achats et je commence à me préoccuper pour mon lit ce soir.

une des côtes infernales de Grado

J’arrive à l’auberge, une ancienne école rurale transformée en refuge. C’est ma première nuit, je ne sais donc pas trop comment fonctionne ce genre d’établissement. Un marcheur m’indique qu’il suffit de déposer son sac sur un lit libre. Ouf, j’ai un lit pour ce soir ! Il en reste trois alors qu’il est déjà 18h. Une quinzaine de lit superposés forment le dortoir. Cette nuit, je sens la venue d’une orchestre d’instruments à vent [...] Quelque chose ici me rappelle un camp de concentration; je ne sais pas si c’est la disposition des lits, ou le fait de voir des silhouettes se déplacer dans la pénombre comme des lueurs orphelines. Malgré l’austérité, le reste de l’auberge est accueillant et assez propre. Douches et frigo, le pèlerin ne demande pas plus.

Je suis très surpris par l’état de mes pieds. Je retire mes chaussettes comme on ouvre un Camembert qui traine depuis des mois dans un placard : attendant une symphonie d’odeurs et de couleurs toutes droite sorties des cuvettes de satan. Finalement, rien. Mes socquettes se sont tatouées à mes pieds mais aucune ampoule ni blessure. Je suis d’autant plus surpris quand je vois les pieds des autres marcheurs. Les cloches sont de la taille du Luxembourg et limitent leurs mouvements. Une fille arrive en taxi annonçant que son ami est resté à Grado, claqué. Tout compte fait, je suis dans un état tout à fait raisonnable. Je prends soin de m’étirer -les cours d’éducation sportive ont finalement servi à quelque chose- et je suis ready pour un bon gros dodo.

C’est intéressant de voir l’évolution de l’étape au niveau mental. Au début, alors que je cherchais désespérément les portes de la ville d’Oviedo, je commençais à entrevoir les portes de ma patience. Sur les nerfs, j’aurais démarré au quart de tour si quelque chose était venu m’allumer. Ma Casio me narguait avec ses minutes qui avançaient et moi j’étais toujours au km zéro. La motivation a commencé à revenir quand j’ai enfin compris le système de référence pour suivre le chemin ; ce n’est pas toujours clair au début. Quand le soleil m’étouffait en pleine après-midi, le shuffle de l’iPod m’a proposé les Bloody Beetroots. Ok, ce n’est pas ce qu’il y a de mieux pour profiter du paysage mais c’est le top pour trouver une cadence brutale. Enfin, j’expérimente la fatigue extrême et la peur de ne pas avoir de lit. Première journée bien complète donc, tant au niveau physique que mental.

Je croise quand même les doigts pour que dans les prochains jours, le relief ne sera pas aussi rude avec moi. Malgré cela, je suis plutôt optimiste pour le future. Demain j’envisage de faire une étape et demie. Le parcours est de 19km, je crois qu’en partant tôt, dix kilomètres de plus ne me tueront pas. Mais là, tout ce que je veux c’est dormir ; si les loups me le permettent.

Read more...

mercredi 11 août 2010

Kids are alright

Les enfants vont bien ! À l’heure actuelle, c’est tout ce que je peux dire. Bon aller, je peux en dire un peu plus.


Je l’ai finalement fait ce Chemin de Saint Jacques Brel. Ça n’a pas été facile, mais ça n’a pas été Waterloo non plus. En dix jours j’ai réussi à boucler les 330km qui séparent Oviedo de Saint Jacques ; capitales des Asturies et de Galice respectivement.

Pendant ce périple, il y a eu de tout : des hauts, des bas, des cols, des pentes, des côtes, des sentiers, de la boue, des vallées, des barrages et des loups. Mais aussi des pommes volées dans les jardins particuliers, des courbatures, des sympas, des lourdauds, des boulets, des rusés, du pain trempé dans du fromage frais comme seul repas. Aussi les danois, les français, les belges, les hollandais, les italiens, les espagnols, les canadiens, les vénézuéliens, les allemands, les polonais, les hongrois, les russes, les japonais. Et n’oublions pas les matelas qui vous expulsent du lit, ceux qui vous accrochent, les petits dej’ supervitaminés en commun, les yeux émerveillés devant une vue extraordinaire, les conversations au soleil pépère.

L’énumération pourrait continuer encore des heures mais je sais que les virgules, ça peux devenir barbant. Dans les prochains post, je vais tenter de publier une partie de mes notes de voyage –l’intégralité sera en vente chez votre marchant de journaux-. Je crois que c’est une expérience qui mérite d’être partagée. J’espère donner envie parce que je conseille vraiment à tout le monde de le faire. C’est une expérience humaine, Alexia Laroche Joubert si tu lis ça, c’est pour toi.


Como diría mi abuela « no siento las piernas! ». Así me sentía el jueves por la noche cuando llegué a Santiago después de una paliza de 70km en 19 horas.

Hecho. Desde febrero que lo tenía en la cabeza, y al fin concluí con éxito el Camino de Santiago. No fue fácil, pero tampoco ningún imposible. En diez días recorrí los 330km (aprox.) que separan Oviedo y Santiago de Compostela.

Durante esta odisea hubo de todo: altos, bajos, puertos, subidas, bajadas, senderos, barro, valles, caminos, embalses y lobos. Pero también manzanas robadas en jardines de particulares, agujetas, majos, cansinos, valientes, patosos, avispados. Sin olvidarme de los daneses, franceses, belgas, alemanes, españoles, italianos, holandeses, canadienses, venezolanos, japoneses, polacos, húngaros y rusos. Los colchones que te expulsan de la cama, los que te secuestran, el pan mojado en Philadelphia, los desayunos supervitaminados en plan hermandad, los ojos maravillados al contemplar unas vistas vertiginosas, las conversaciones al sol del atardecer.

La enumeración podría seguir durante horas pero sé que resulta cansino. En los próximos posts, intentaré publicar partes de mi carnet de viaje –el resto lo encontrareis en la zona viajes de la Fnac. Creo que es una experiencia que merece ser compartida. Quiero incitar la gente a que lo haga porque, de verdad, es de esas experiencias que marcan. Pero no los 6 kilómetros que hizo Camps eh!

Read more...