mardi 22 juin 2010

El Totalitarismo Hondureño

La agencia que gestiona nuestro piso -o que nos roba el dinero, según se mire- piensa en nosotros y por eso nos tiene sin televisión desde Navidades. Dice que es para que no malgastemos nuestro tiempo con telebasura. Yo simplemente creo que es porque del pastón que se llevan, no les apetece gastar 100€ en una tele.

El caso es que tuvimos que ir a un pub irlandés a ver el España - Honduras de ayer. El bar estaba lleno de franceses, italianos, brasileños y españoles. Estos últimos apoyando a su selección y los demás disfrutando del buen fútbol y admitiendo la superioridad roja.; todo ello, en un ambiente cordial y festivo. Pero había dos hondureños delante de mí.


No llevaban la camiseta de Honduras ni tenían acento; sus respectivas gafas de pasta y barba canosa me recordaban más a Buenafuente que a Lobo Sosa (presidente de la república centroamericana). Pero supuse que procedían de allí al escucharles animar a los de blanco y fustigar a la Roja. Sus gestos de ánimo rozaban la exageración (como cuando quieres hacer ver que te interesa algo cuando en realidad, te importa un pepino) y sus críticas a la selección española lindaban con el odio. Los perdigones que echaban sus bocas en cada acción de España, tenían el color de la tirria y la repulsión. Sus gestos y palabras me recordaron la tremenda actuación de Robert Carlyle en el genial telefilme “Hitler: The Rise of Evil”.

Ya he visto muchos partidos en bastantes países diferentes, pero pocas veces tanta animadversión hacia un equipo y nunca hacia un combinado nacional. Los partidos de selecciones suelen ser más fraternos que los derbis propios a un país. Me sorprendió sobretodo viniendo de hondureños; un país que, seamos sinceros, no puede rivalizar contra los Top Teams, y España por fin lo es.

Pero mi mayor sorpresa surgió durante el descanso. Los dos hombres, que hasta entonces me daban la espalda, se giraron para charlar animadamente entre ellos. En su conversación, percibí sus respectivos nombres: Jordi y Ferran; peculiar nombre para americanos. Se mofaban del patriotismo español; en mis pensamientos, no entendí la diferencia entre el patriotismo que acababan de plasmar durante los 45 primeros minutos y el mío. Bueno sí, el mío respeta a los demás países, el suyo coquetea con la xenofobia.

Estaba a punto de reiniciarse el partido y salió en la pantalla Sergio Busquets. Uno de los dos hondureños escupió “y por qué tiene escrito Sergio en la camiseta y no Sergi?!”. Un chico con la elástica del Barça le contestó hartado que el nombre que llevan los jugadores en la camiseta, lo eligen ellos mismo. El hondureño se quedó con cara de conejo al borde de la calzada y siguió repartiendo injurias a diestro y siniestro.

España ganó y todos contentos. Todos salvo los dos fanáticos. Me consuela saber que estos son minoría porque de no ser así, la sombra del nazismo empezaría a preocuparme.

Dijo Heinrich Heine en 1820: “Los que queman libros acaban quemando hombres”; pues estos dos energúmenos seguro que ya quemaron los libros de Panini en la página de España.

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