Recuerdo el día en que un miembro del jurado de mi Trabajo de Fin de Estudio me dijo "no hay nada peor que un blog inactivo". Él era periodista especializado en nuevas tecnologías (mi trabajo trataba sobre el impacto de internet en la prensa tradicional). Creo que si hoy veía el estado de mi blog, pediría revisar la nota que me puso entonces. Lo tengo en Facebook, más me vale ser discreto. Publicaré en medio de la noche, discreto, furtivo, Ben Ali’s style. Tanta calma en las memorias de Edgar se debe a mi tortuosa e interminable sesión de exámenes. El día 27 de enero será el día de la liberación, será mi agosto 1944, será el día en que mis dilatadas pupilas alumbren Barcelona.
Para estos exámenes he decidido imitar los países europeos en los noventa. En aquella época, el Euro no existía; cada país tenía su propia moneda y estos veían sus respectivos valores fluctuar a lo loco (un poco así como los decibelios en un programa de Telecinco). Salvo Alemania, todos los países eran malos alumnos en cuanto a estabilidad financiera. Un día, a alguien se le ocurrió vincular esas monedas al Marco Alemán, para así ir a rebufo e importar su solidez y estabilidad. Fenómenos de mecanismos de transmisión e interdependencia entre las economías modernas (efectivamente y sí, tengo examen en un par de días).
"David por dios ! deja de dar la barra ; que pareces Punset después de haber desayunado con Rodrigo Rato !" Bueno, pues doy la barra con esto porque es la razón por la que hasta el día 22, todavía no había publicado nada en mi página. Para esta sesión de exámenes, he decidido emular las viejas monedas europeas. He vinculado mi actividad a Alemania. He configurado mis horarios de estudio anclándolos a los de una compañera de Máster alemana. Así, he adoptado la disciplina, la obstinación y el desalmado rigor teutón. Es duro, pero es lo mejor en cuanto a productividad. Ello se traduce en sesiones de 9 a 20h en la biblioteca con 30 minutos de descanso para comer un mísero sándwich (ojalá fuera un bocata!) en el siberiano frío “ravalero”. En la vida había pasado tantas horas estudiando; hasta me he atrevido con dudosas substancias filipinas para aguantar el tirón y mis nalgas, le han pedido matrimonio a las patas de una de las sillas de la biblioteca del Macba.
Lo único que me preocupa de todo esta germanisation, es que ahora quiero un VW, un jardín para poder comprar herramientasBosh Bosch e incluso Angela Merkel me empieza a parecer atractiva. Por suerte, en un par de días volveré a Bruselas para recuperar algo de mi belgitud perdida.
Para estos exámenes he decidido imitar los países europeos en los noventa. En aquella época, el Euro no existía; cada país tenía su propia moneda y estos veían sus respectivos valores fluctuar a lo loco (un poco así como los decibelios en un programa de Telecinco). Salvo Alemania, todos los países eran malos alumnos en cuanto a estabilidad financiera. Un día, a alguien se le ocurrió vincular esas monedas al Marco Alemán, para así ir a rebufo e importar su solidez y estabilidad. Fenómenos de mecanismos de transmisión e interdependencia entre las economías modernas (efectivamente y sí, tengo examen en un par de días).
"David por dios ! deja de dar la barra ; que pareces Punset después de haber desayunado con Rodrigo Rato !" Bueno, pues doy la barra con esto porque es la razón por la que hasta el día 22, todavía no había publicado nada en mi página. Para esta sesión de exámenes, he decidido emular las viejas monedas europeas. He vinculado mi actividad a Alemania. He configurado mis horarios de estudio anclándolos a los de una compañera de Máster alemana. Así, he adoptado la disciplina, la obstinación y el desalmado rigor teutón. Es duro, pero es lo mejor en cuanto a productividad. Ello se traduce en sesiones de 9 a 20h en la biblioteca con 30 minutos de descanso para comer un mísero sándwich (ojalá fuera un bocata!) en el siberiano frío “ravalero”. En la vida había pasado tantas horas estudiando; hasta me he atrevido con dudosas substancias filipinas para aguantar el tirón y mis nalgas, le han pedido matrimonio a las patas de una de las sillas de la biblioteca del Macba.
Lo único que me preocupa de todo esta germanisation, es que ahora quiero un VW, un jardín para poder comprar herramientas
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