Esta mañana, me ha despertado el ruido de un papel estrujado. Era mi mejía mejilla que, al girar la cabeza, estaba aplastado un folio colocado sobre mi almohada. Mi intriga se convirtió en espanto al descubrir que el folio estaba clavado en la almohada con un puñal. Era una carta con una foto adjunta; ambas quedan aquí expuestas.

Sí amigos, se me quedó la cara igual que a vosotros. Me levanté, fui al baño y efectivamente, ahí estaba la cana revolucionaria. Con un tono conciliador, le expliqué que entendía su situación, que ayer me pasó lo mismo en una discoteca latina; entre reggaetón, bachata y salsa me sentía como ella entre tanto pelo tosco y negro. Le dije que sopesaría sus exigencias, que haría lo que fuera para encontrarle una solución pacífica al conflicto. Pero vino Gillette Mach 3 y acabó con la negociación. Así es amigos, las revoluciones hay que cortarlas por lo sano, como dijo mi querido Mubarak (el idolatrado Presidente de Egipto).
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Estimado David,
Soy la cana de tu barba y esto es un ultimátum. Hablo en nombre de la ACE (Asociación de Canas Exiliadas). Estoy harta del apartheid al que estoy sometida. La segregación impuesta por los demás pelos de tu barba convierte mi vida en un infierno. Cada día despierto rodeada de pelos negros cada vez más altos y rudos. Me miran mal, me insultan, me cantan canciones de Miguel Bosé.
Si no tomas medidas para remediar a esta situación de abuso de posición dominante, prometo represalias. Prometo autoinseminarme para reproducirme e invadir con mis hijas, cada parcela de tu mandíbula. Prometo que si no hay cambios, firmaré una alianza con las dos canas de tu pelo y juntas crearemos un movimiento revolucionario para instaurar El Reich de 1000 Años por toda tu anatomía. Te adjunto una foto para que veas la situación demográfica en la que me hallo. Exijo protección diplomática, un futuro mejor y 42 trillones de euros en billetes de 5 y 10.
Ya sabes a lo que atenerte, atentamente
La Cana de tu barba.
Sí amigos, se me quedó la cara igual que a vosotros. Me levanté, fui al baño y efectivamente, ahí estaba la cana revolucionaria. Con un tono conciliador, le expliqué que entendía su situación, que ayer me pasó lo mismo en una discoteca latina; entre reggaetón, bachata y salsa me sentía como ella entre tanto pelo tosco y negro. Le dije que sopesaría sus exigencias, que haría lo que fuera para encontrarle una solución pacífica al conflicto. Pero vino Gillette Mach 3 y acabó con la negociación. Así es amigos, las revoluciones hay que cortarlas por lo sano, como dijo mi querido Mubarak (el idolatrado Presidente de Egipto).