Edgar, el perrete que aparece en la cabecera de este blog, es un gentleman (un gentledog?) y un amante de la música. Dos amores: la elegancia y el dulce sonido de una canción que te gusta. Pero al parecer son dos amores incompatibles. Dos contradicciones. Dos galaxias que se repelen como polos positivos de un imán. A Edgar le gusta ir al parque con una perra, abrirle la cancilla, regalarle un huesito; cederle su chaquetita cuando la primeras gotas empiezan a caer. Pero como buen melómano que es, a Edgar también le gusta colarse en festivales de rock, burlar la seguridad de clubs de música electrónica o echarse en el sofá y tomarse un whisky con Sinatra susurándole que él lo hizo a su manera. A Edy le hubiese gustado haber tenido la percha de Frank para hacerlo on his way. Pero en esta vida hay que elegir, por muy perro con gafas blancas que seas, siempre tendrás que elegir.
Hace un par de días, mi querido Edgar y sus amigos disfrutaron de una placentera velada en una discoteca de Bruselas. Tras un botellón en plena Grande Place, el grupo de canes llegó al club Yes-You-Can ya bien contentillos; dispuestos a comerse la noche. Los acontecimientos pintaban bien. Cada uno había mangado a su dueño un buen fajo de billetes; habían saqueado las reservas de productos de belleza canina de sus respectivas casas y hasta se habían tomado pastillas para el aliento. Era su noche! Además, al ser sábado, muchas perras venían de los países fronterizos. El perro que no pillara esa noche, no lo haría más en su vida.
Dicen que los perros ven en blanco y negro pero Edgar, tras 4 cubatas a 11 euros cada uno, veía como en Avatar... en 3D. En esa selva de píxeles animados, distinguió una dálmata del norte de Francia. La elegancia de sus movimientos, la argucia de su mirada, la rabia contenida cuando mordía su labio inferior. Todo en ella era pasión, belleza y pillería. Edgar había quedado fulminado.
Sin pensárselo dos veces, Edgar se despegó de la barra y avanzó decidido hacia ella. Como si del Gulf Stream se tratara, una corriente le llevó hasta ella. Era imparable. Sus dos hocicos se hallaban ya a escasos centímetros el uno del otro. Era cuestión de segundos para que sus lenguas iniciaran un combate de esgrima con la campanilla como objetivo final. Zas! Empieza la función. Edy le pasa la pata derecha por el lomo y con la izquierda le levanta el metatarso para que sus tórax se unan al compás de los latidos de sus corazones. Todo parecía haberse detenido a su alrededor. La pasión que desprendían los dos animales había carbonizado cualquier señal de vida. El momento era perfecto. Edgar estaba besando ardorosamente a la perra de sus sueños. Parecía que nada podía chafar ese momento.

Parecía... Hasta que, desde los negros altavoces percibió un "Somos tus amigos". No! Diablos no ahora! Que el DJ no pinche "We Are Your Friends", ahora no! Pues desgraciadamente para nuestro amigo Edgar, Rex el Dios canino no quería ponerle las cosas fáciles con la dálmata. El DJ, convertido en Satán, lanzó el temazo de Justice. En aquel momento, solo se repetía la frase gritada por toda la sala. Edy seguía con su lengua en la jaula de marfil de la francesa. Pero sabía que en cuanto sonaran las primeras notas, todo se le iría de lasmanos patas. Y así fue. Al "We Are Your Friend" se le sumaron percusiones y acordes y a Edy se le fue la olla. Soltó la perra dejándola abandonada en medio de la pista, se dio la vuelta y corriendo se juntó con sus amigos para saltar, cantar y desvariar. Disfrutar de la música en su estado más primitivo.
Al final, la dálmata se lió y se fue con un Dogo Alemán. Edgar se quedó sin más consuelo que su agotamiento y las típicas anécdotas del colega que no aguantó el alcohol y lo echó todo entre dos coches. Siguió un domingo de resaca dándole al Refresh de Facebook.
Lo que podía haber sido el inicio de una historia de amor se averió por un chaparrón de decibelios. Moraleja? Si queréis pillar, id a discotecas donde la música apesta.
Os dejo de bonus track las páginas que consulté para la realización de esta ficción (?):
H&M para perros
Perretes de todos los colores
Anatomía deGrey canes
Dicen que los perros ven en blanco y negro pero Edgar, tras 4 cubatas a 11 euros cada uno, veía como en Avatar... en 3D. En esa selva de píxeles animados, distinguió una dálmata del norte de Francia. La elegancia de sus movimientos, la argucia de su mirada, la rabia contenida cuando mordía su labio inferior. Todo en ella era pasión, belleza y pillería. Edgar había quedado fulminado.
Sin pensárselo dos veces, Edgar se despegó de la barra y avanzó decidido hacia ella. Como si del Gulf Stream se tratara, una corriente le llevó hasta ella. Era imparable. Sus dos hocicos se hallaban ya a escasos centímetros el uno del otro. Era cuestión de segundos para que sus lenguas iniciaran un combate de esgrima con la campanilla como objetivo final. Zas! Empieza la función. Edy le pasa la pata derecha por el lomo y con la izquierda le levanta el metatarso para que sus tórax se unan al compás de los latidos de sus corazones. Todo parecía haberse detenido a su alrededor. La pasión que desprendían los dos animales había carbonizado cualquier señal de vida. El momento era perfecto. Edgar estaba besando ardorosamente a la perra de sus sueños. Parecía que nada podía chafar ese momento.

Parecía... Hasta que, desde los negros altavoces percibió un "Somos tus amigos". No! Diablos no ahora! Que el DJ no pinche "We Are Your Friends", ahora no! Pues desgraciadamente para nuestro amigo Edgar, Rex el Dios canino no quería ponerle las cosas fáciles con la dálmata. El DJ, convertido en Satán, lanzó el temazo de Justice. En aquel momento, solo se repetía la frase gritada por toda la sala. Edy seguía con su lengua en la jaula de marfil de la francesa. Pero sabía que en cuanto sonaran las primeras notas, todo se le iría de las
Al final, la dálmata se lió y se fue con un Dogo Alemán. Edgar se quedó sin más consuelo que su agotamiento y las típicas anécdotas del colega que no aguantó el alcohol y lo echó todo entre dos coches. Siguió un domingo de resaca dándole al Refresh de Facebook.
Lo que podía haber sido el inicio de una historia de amor se averió por un chaparrón de decibelios. Moraleja? Si queréis pillar, id a discotecas donde la música apesta.
Os dejo de bonus track las páginas que consulté para la realización de esta ficción (?):
H&M para perros
Perretes de todos los colores
Anatomía de
siempre mejor y mucho más agradecida una canción que un amor... sobre todo si es amor de discoteca... las canciones permanecen y nos acompañan siempre, lo demás... es efímero y circunstancial...
RépondreSupprimerfrancesa tenía que ser.....mira que irse con un dogo después de estar con super edgar....
RépondreSupprimer