¿Por qué me cuesta tanto escribir acerca de este viaje ? Yo que pensaba que iba a ser un aluvión de inspiración. Un torrente de tinta sobre el desierto de mis páginas en blanco. Lo que los mercenarios del alma llaman “Brainstorming ultraproductivo”. Pues al final nada. Res. Pese a perderme por la tierra de la lluvia, mis valles de lira se quedaron secos. Sus campos, de costumbre fértiles, se tornaron áridos.
Detecté 1001 detalles. 1001 elementos característicos que forman estos paisajes. Los apuntaba según chocaban contra mi ingenio. Pero me parece irrisorio; insuficiente con lo que se merece este sitio. Lo que suele insuflar vida a mis falanges son las musas de carne y vidrio. Estas me resultan frívolas cuando llego aquí. Escribir sobre ellas bajo la atenta y severa mirada del misterio que rodea este lugar, me parece indecente. Este decorado no está hecho para actrices tan efímeras como sus historias.
El dramatismo y la melancolía que rodean estos lares, incrementan el peso de mi pluma. A mis dedos les cuesta hacerla bailar al mismo ritmo que lo hacen las futilidades urbanas, sienten demasiado respeto a las ancianas y ásperas manos que moldean el ambiente de esta región.
Ahora entiendo mejor porqué los grandes escritores de este país son de aquí. Hay algo en el aire, una pureza, un minimalismo rural que obliga al autor a explorar los lugares más recónditos de su imaginación. Los aficionados se quedan en el camino. Páginas vírgenes. Castillos impenetrables.
Me cuesta tanto escribir sobre Galicia porque nunca podré regalarle lo que en realidad se merece.
Detecté 1001 detalles. 1001 elementos característicos que forman estos paisajes. Los apuntaba según chocaban contra mi ingenio. Pero me parece irrisorio; insuficiente con lo que se merece este sitio. Lo que suele insuflar vida a mis falanges son las musas de carne y vidrio. Estas me resultan frívolas cuando llego aquí. Escribir sobre ellas bajo la atenta y severa mirada del misterio que rodea este lugar, me parece indecente. Este decorado no está hecho para actrices tan efímeras como sus historias.
El dramatismo y la melancolía que rodean estos lares, incrementan el peso de mi pluma. A mis dedos les cuesta hacerla bailar al mismo ritmo que lo hacen las futilidades urbanas, sienten demasiado respeto a las ancianas y ásperas manos que moldean el ambiente de esta región.
Ahora entiendo mejor porqué los grandes escritores de este país son de aquí. Hay algo en el aire, una pureza, un minimalismo rural que obliga al autor a explorar los lugares más recónditos de su imaginación. Los aficionados se quedan en el camino. Páginas vírgenes. Castillos impenetrables.
Me cuesta tanto escribir sobre Galicia porque nunca podré regalarle lo que en realidad se merece.

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