Y qué me encuentro? Una pasarela Victoria Secret a 60 centímetros de mis apuntes sobre Naciones Unidas. Me siento como un niño Egipcio mirando los barcos pasar por el Canal de Suez. Al final de la perspectiva se encuentra un mundo mejor. Intento centrarme. Me toca analizar un informe sobre la cárcel de Guantánamo. Pero como hacerlo cuando todo, incluso los juicios ilegales y las torturas, se convierten en escenas obscenas. Ni falta hace comentar que los demás estudiantes sentados a mí alrededor me ven como un completo degenerado. Cada 14 segundos, levanto la cabeza simulando una profunda búsqueda de inspiración. Tic, toc, tic, toc. Cada 14 segundos, mis ojos se desvían atraídos por el son de unos tacones altos; como una cobra ante un encantador de serpientes.
En las discotecas, no hay nada peor que situarse en la zona de tránsito entre la pista y los baños. En una biblioteca, no hay mayor bendición –o castigo desde el punto de vista académico-. Porque en estas condiciones, dudo bastante de mi productividad; ya que todo este vaivén angelical me ha llevado a abrir una nueva página de Word y escribir esto. De todo, menos Guantánamo.

Ps: al final he conseguido acabar mi trabajo, pero más me vale echarle un vistazo más tarde en la soledad monacal de mi habitación; no vaya a ser que mi ensayo se haya convertido en un cutre guión de película por no decir de largometraje no apto para todos los públicos.